PERTH, Australia — Miles de turistas huyeron el jueves de la costa este de Australia devastada por los incendios antes de que empeore el tiempo, mientras el ejército empezó a miles de atrapados más al sur. Ya son 17 los muertos por los siniestros forestales.
La bajada de las temperaturas registrada desde el martes ayudó a las labores de extinción y permitió a los residentes reabastecerse.
Pudieron verse largas filas de autos en gasolineras y supermercados, y se produjeron atascos en la reapertura de las autopistas.
Pero se espera que la situación se deteriore el sábado con un nuevo aumento de las temperaturas y la vuelta de los fuertes vientos.
“Es posible que las condiciones del sábado sean tan malas o peor que las que vimos (el martes)”, explicó el subdirector del Departamento de Bomberos Rurales de Nueva Gales del Sur, Rob Rogers.
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Según las autoridades, las llamas destruyeron 381 viviendas en la costa sur de Nueva Gales del Sur esta semana y al menos ocho personas fallecieron en este tiempo solo en el estado y en Victoria, las dos regiones más pobladas del país, donde hay más de 200 fuegos activos.
Por la mañana, las autoridades de Nueva Gales del Sur ordenaron a los turistas que abandonasen una zona de 155 millas a lo largo de su pintoresca costa sur. Fue la “mayor reubicación masiva de gente a fuera de la región nunca vista”, dijo el ministro estatal de Transporte, Andrew Constance.
En Victoria, donde los incendios calcinaron 68 casas solo esta semana, el ejército ayudaba a las miles de personas que el martes huyeron a la costa por la cercanía de las llamas a sus viviendas en la localidad de Mallacoota.
Se entregó comida, agua, combustible y atención sanitaria y alrededor de 500 personas serán evacuadas en un barco de la marina.
“Creemos que hay alrededor de 3,000 turistas y 1,000 residentes. No todos querrán irse, no todos pueden subir al barco a la vez”, señaló el primer ministro de Victoria, Daniel Andrews, en declaraciones a Australian Broadcasting Corporation.
Un temprano y devastador inicio de la temporada estival de incendios llevó a las autoridades a calificar esta temporada como la peor de la historia. Los fuegos han arrasado unos 12.35 millones de acres de tierra, con al menos 17 fallecidos y más de 1,300 viviendas destruidas.
La crisis podría durar meses, adelantó el primer ministro del país, Scott Morrison.
“Esto (los incendios) continuará hasta que tengamos lluvias decentes que puedan lidiar con algunos de los fuegos que llevan ardiendo muchos muchos meses”, explicó Morrison a reporteros el jueves.
El humo de los incendios hizo que la calidad del aire en la capital, Canberra, sea la peor del mundo y llegó hasta la vecina Nueva Zelanda.