Unas aves originarias de México, han encontrado su nuevo hogar en los árboles de las comunidades del Valle de San Gabriel.
Miles de loros corona roja se han adaptado al entorno urbano. Los residentes que viven cerca de sus nidos pueden disfrutar de estos ruidosos loros al amanecer y al anochecer.
“De repente miro para arriba los árboles así y está el cielo de puro perico y calladitos. No se oyen”, dice Salvador Rios, un residente de Long Beach que los ha visto en el Valle de San Gabriel.
“Y si no te fijas, no los ves y de repente, escuchan un ruido o huelen algo y se van volando al mismo tiempo. A mi me gusta eso”
Mientras muchos residentes del Valle de San Gabriel los adoran y admiran, otros se han quejado en las redes sociales.
Esa molestia se refleja en los loros que han aparecido heridos, con rastros de balines en los cráneos que, algunas veces, les han sacado los ojos. Muchos terminan en las calles, donde son atropellados por los coches.
Ciencia
En las últimas semanas se han encontrado 11 aves, algunas heridas y otras muertas por balazos y perdigones que destrozan sus alas y extremidades. Otros colocan redes para atraparlos y llevarlos a sus casas como mascotas.
“Fue muy triste”, dice Brenda Ramírez, investigadora del Free Flying Los Angeles Parrot Project. “La verdad no puedo creer que hay gente que pone estas redes para atrapar los animales. Son animales salvajes. Tienen que seguir así”.
Nadie sabe con seguridad cómo llegaron esos loros a esa área. Hay personas que dicen que escaparon de algún lugar; otras, que fueron los incendios que los desplazaron.
Las primeras parejas de este loro fueron vistos en Pasadena en 1960, señala John McCormack, director y curador del Laboratorio Moore de Zoología de Occidental College.
McCormack senala que los loros corona roja y sus primos, los loros de color amarillo cambiaron de habitat cuando migraron de México a Los Ángeles.
“Aquí en Los Ángeles es más seco, es más frío y no hay tantos árboles y por eso los loros son muy adaptables”, explica McCormack
“Por ahorita no las consideramos invasivas porque no han tenido ningún efecto negativo en la comunidad nativa o el ecosistema”.
Las aves han sido objeto de estudio por muchos años.
“Estamos enfocados en las dos especies de México, que es el loro tamaulipeco, que se encuentra en el noreste de México, y el loro guayabero o corona lila que está en el oeste”, señala Ramirez.
Miles de ellos han convertido el Valle de San Gabriel en su hogar, transformando con sus cantos y colores el paisaje urbano de esta área de Los Ángeles.
Estos loros se encuentran en peligro de extinción en México y los expertos esperan que, con el tipo de hábitat que tienen en el sur de California, sea una especie que crezca sin ningún peligro.