Washington, 25 dic (EFE).- Más de 30 millones de personas celebraron este viernes la Navidad en Estados Unidos con miedo a perder sus casas por la parálisis en torno al nuevo paquete de estímulo y mientras los hospitales de Los Ángeles se quedan sin material médico para atender a nuevos pacientes del COVID-19.
El paquete de estímulo ha quedado en el limbo por las exigencias del presidente saliente, Donald Trump; aunque ese es el tema que más preocupa a millones estadounidenses que llevan meses esperando ayudas del Gobierno.
El lunes por la noche, el Congreso de EE.UU. aprobó un plan de estímulo de $900,000 millones de para ayudar a la economía estadounidense golpeada por el parón de la pandemia y que incluye pagos directos de 600 dólares, ayudas al desempleo de $300 por semana y préstamos para pequeños negocios.
El paquete fue aprobado tras meses de duras negociaciones entre demócratas y republicanos; pero, por sorpresa, el martes Trump amenazó con vetar ese paquete si no se incluye un aumento de 600 a $2,000 de los pagos directos.
El Congreso ha rechazado incluir ese y otros cambios y, ahora, el paquete de estímulo se enfrenta a un futuro incierto porque no puede entrar en vigor sin la firma de Trump.
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En términos prácticos, eso significa que 14 millones de estadounidenses podrían ver cómo el sábado expiran sus prestaciones al desempleo y, a finales de mes, 30 millones se enfrentarían a desahucios, que hasta ahora han estado bloqueados.
Además, 10 millones de estadounidenses han perdido su empleo desde que en marzo comenzaran las restricciones por la pandemia y otros 8 millones de personas se sumieron en la pobreza a partir de junio, cuando expiraron las primeras ayudas federales, de acuerdo a un estudio de la Universidad de Chicago.
El nuevo paquete de estímulo, si finalmente sale adelante, sería la primera ayuda que reciben millones de estadounidenses desde marzo, cuando el Congreso dio el visto bueno a un plan de rescate de más de $2.2 billones, el mayor de la historia de Estados Unidos.
LARGAS ESPERAS EN LOS BANCOS DE ALIMENTOS
La situación se ha traducido en largas colas de vehículos que durante horas han tenido que esperar en los últimos días a las puertas de los bancos de alimentos, una estampa que ya se produjo en Acción de Gracias y que se ha repetido por Navidad en varias ciudades, como Mesa (Arizona) y Houston (Texas).
El Ejército de Salvación, una organización protestante, suele repartir por Navidad unos 2.6 millones de comidas, pero este año la cifra es de más de 6 millones, dijo el director de ese grupo, Kenneth G. Hodder, a la cadena Fox.
"No es una exageración decir que ha habido un tsunami de necesidad humana", lamentó Hodder.