La Virgen de Guadalupe es una de las imágenes más veneradas en Latinoamérica, especialmente en México, donde actualmente existe la tilma donde la tradición católica cuenta que se le apareció al campesino Juan Diego en 1530.
A lo largo de los años, miles de creyentes le han atribuido milagros, así como Silvia Marín.
“Hace 30 años aproximadamente que yo me quemé mis pies. El agua estaba hirviendo, me cayó en mis pies, el agua hirviendo”, dijo
Como sufre de diabetes, a Marín le podían amputar sus pies por la fuerte infección que tenía.
“A raíz de esas quemaduras tan grandes que me las tenían que tallar hasta que me saliera la sangre de mis pies”, contó Marín.
Según Marín, era como caminar sobre candela, ya que sus pies estaban llenos de llagas y úlceras.
“Yo duraba una hora caminando hasta la esquina para agarrar el bus para ir al hospital. Era lo que hacía porque era un dolor tremendo”, dijo.
Pero su fe era más fuerte que el dolor que sentía literalmente en carne viva.
“Y volteé a ver a la virgencita y yo le dije, 'madre mía, si tú me sanas mis pies, yo te voy a danzar'”, dijo Marín.
Y cuando la medicina le apagó la luz, llegó la fe y se la encendió.
Virgen de Guadalupe
A los pocos días volvió con el doctor para escuchar lo que le había estado pidiendo a la Virgen de Guadalupe.
“Bendito Dios, dijo que mis pies estaban limpios, que ya no tenían infección, que no tenía nada”, dijo Marín.
Y desde ese día, Marín empezó a cumplir su promesa hasta llegar a ser directora de la Danza Guadalupana en Los Ángeles.
“Y desde entonces yo agarré la tradición de darle gracias, de estar con ella siempre, amándola, respetándola, haciendo los santos rosarios que me piden que vaya a hacer, yo voy y se los hago”, dijo.
Esa es su manera de agradecerle a la virgen, a quien le da gracias también por salvar la vida de sus sobrinas, quienes sufrieron un violento asalto con navaja y terminaron en coma las dos.
“Cuando mi hermana salió del hospital a bañarse, un señor se le apareció y le dijo, 'no te preocupes, todo va a estar bien', y ella siguió caminando. Cuando lleva un poquito unos pasos adelante, volteó para atrás, no había nadie”, contó Marín.
Horas después, sus dos sobrinas salieron del coma.
“Y desde entonces le prometimos también hacer una comida y regalarla a toda la gente que viene a la comida. Viene la gente, rezamos el rosario, hacemos la santa misa, y de ahí repartimos la comida”, señaló Marín.
Esas son las promesas de Marín a la virgen, a quien le danza desde hace tres décadas al compás de su fe, la misma que hoy le permite bailar y estar de pie.
“Gracias madre mía, gracias desde el fondo de mi corazón, yo te amo”.