Adela Goldbard es una artista de destacada trayectoria que acostumbra a incinerar sus obras como una forma de reflexionar sobre temas diversos, especialmente la violencia que se vive en México.
“Yo, en mi trabajo generalmente parto de hechos reales que son reinterpretados y reficcionalizados para crear videos o fotografías, esculturas u otros materiales artísticos”, dice la artista.
Sus obras son efímeras, ya que quedan reducida a cenizas, como una forma de expresar lo fugaz de las cosas y, al mismo tiempo, para enviar el mensaje sobre el tema sobre el cual desea crear conciencia.
“Me interesé mucho en la quema de Judas o en la quema de toritos, que son tradiciones alegóricas que lo que intentan es encarnar al traidor en su efigie y después destruirlo en un acto colectivo”, dice Goldbard.
Goldbard también afirma que la destrucción de sus obras es una forma de hacer memoria, como un acto de catarsis que permanece en la conciencia colectiva del pueblo.
“Para mi destruir no es solo destruir per se, sino es destruir como una forma de generar memorial colectiva”, indica la artista mexicana.
Junto con otras tres artistas, Goldbard participa en el Proyecto Prometeo 2017, en el Pomona College en donde intenta reinterpretar el mensaje implícito en el mural de José Clemente Orozco, mediante una visión femenina del siglo XXI
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“La relación entre mi trabajo y no solo Prometeo sino otras de las obras de Orozco es la utilización del fuego, el fuego como material destructivo pero también como material creativo”, dice Goldbar.
