Desde que se dio a conocer la muerte del Obispo Auxiliar de Los Ángeles, David O’Connell, la comunidad católica, líderes políticos, oficiales, y personas a nivel local, estatal y nacional no han dejado de lamentar la muerte de un hombre que llaman “un amigo del pueblo inmigrante, un aliado de los jóvenes y sobre todo un hombre de fe”.
“Lo más bonito del obispo es que él tenía un don para estar con la gente, él sabía como amar al prójimo, independientemente de la situación o las cosas que uno estuviera viviendo”, dijo Isaac Cuevas, de la oficina de asuntos de inmigración de la Arquidiócesis de Los Ángeles.
O’Connell es recordado por muchas obras que realizó en diferentes áreas del condado de Los Ángeles y donde sirvió por la diócesis por más de 45 años. O’Connell nació en County Cork, Irlanda, en 1953, y fue nombrado obispo auxiliar de la Arquidiócesis de Los Ángeles por el papa Francisco en el 2015, según la arquidiócesis.
Durante este tiempo O'Connell trabajó en el sur de Los Ángeles, donde se centró en la intervención de pandillas. También ayudó a negociar la paz entre los residentes y las fuerzas del orden tras la violencia que se desató en 1992 después de que un jurado absolviera a cuatro policías blancos de Los Ángeles de la golpiza de Rodney King, un hombre negro.
O'Connell también ayudó a reunir a la comunidad del Valle de San Gabriel para reconstruir una misión destruida en un incendio provocado, según Angelus News, el medio de comunicación de la Arquidiócesis de Los Ángeles.
ABOGABA POR LOS INMIGRANTES
El obispo auxiliar de 69 años encabezó los esfuerzos católicos en la región para trabajar con niños y familias inmigrantes, ayudando a decenas de niños que entraron a este país sin acompañantes de adultos.
“Cuando llegaron los niños [inmigrantes] a Los Ángeles, crearon un albergue en el Fairplex de Pomona, el obispo David fue el primero en decir, ‘yo voy, voy a estar presente con ellos’, el orgullo de dar misa con estos niños quien lo recibieron con brazos abiertos”, dijo Cuevas, y agregó que el O’Connell era parte de una fuerza especial de una fundación que ayuda a los inmigrantes para recibir información y proveer recursos.
AMIGO DE TODOS
Al conocer al obispo O' Connell, la gente sabía que tenía un humor increíble, siempre encontraba un poco de gracia en cualquier cosa, pero también tenía una pasión por la justicia social, por estar con las personas que no tenían voz.
“Nos quería empoderar a nosotros, a tomar acción en cosas y situaciones, donde cómo laicos es nuestra responsabilidad de apoyar a aquellos que lo necesitan”, dijo Cuevas.
A un día de que se dio a conocer el sospechoso de dispararle al obispo en su casa en Hacienda Heights, la supervisora del condado de Los Ángeles ordenó las banderas a media asta en el condado en honor al Obispo auxiliar.
“Se dedicó a apoyar a los inmigrantes, no solo asegurándose de que tuvieran comida y techo, sino incluso ayudando a los niños inmigrantes, menores no acompañados a ingresar a escuelas católicas y los ayudó a ingresar a la universidad. Su corazón no tenía límites”, dijo Hahn en la conferencia de prensa el lunes.
Carlos Medina, de 65 años, es el sospechoso de disparar al obispo en su casa el fin de semana. Medina es el esposo de la empleada de limpieza del O’Connell, y en el pasado habría trabajado en el hogar de Haciendo Heights donde vivía el obispo.
“Es impensable que su vida haya llegado a un final tan trágico”, dijo Hahn.
"El legado continuará, continuamos apoyando a todas las personas inmigrantes, a las personas sin hogar, eso es lo que el obispo hubiese querido y continuamos con eso en nuestra labor de día y día”, dijo Cuevas.