SUCHIATE, Chiapas - La mayoría de los integrantes del nuevo éxodo migrante que se encuentra en el sur de México buscan su primera oportunidad de llegar a la frontera sur de los Estados Unidos. Pero entre los migrantes hay algunos que ya habían vivido en Estados Unidos y vienen dispuestos a alcanzar el Sueño Americano nuevamente.
Isaías Ayala, es originario de El Salvador, llegó a EEUU cuando tenía seis años como indocumentado con sus padres.
Es uno de los casi 500 miembros de éste nuevo grupo de migrantes centroamericanos.Toda su vida vivió cerca de Dallas, Texas, hasta que hace ocho años fue deportado por primera vez.
“Cuando era joven me metí en problemas allá, pero nada grave”, dijo Ayala, quien no quiso dar más detalles. Para Ayala, este sería su tercer intento de regresar a EEUU tras ser deportado en dos ocasiones.
Dice que no tiene otra opción, porque si se queda en el Salvador, teme ser asesinado por los pandilleros.
Además sus cinco hijos lo esperan en Texas y no va a renunciar a reunirse con su esposa quien se quedó sola con la responsabilidad de la familia. “Me siento mal porque e tiene que pagar los biles de allá, la renta y todo eso”.
La última vez que lo deportaron se debió por manejar a exceso de velocidad. “Estaba allá un tiempo en la cárcel de Big Springs Texas y ahí estuve un año”.
A los ocho días de haber regresado a El Salvador huyó de inmediato a México y se unió a una de las caravanas migrantes por miedo a los pandilleros.
“Ellos te quitan la camisa allá, te desnudan, te checan si no tienes tatuajes para ver si no tienes números o letras”
A diferencia de la mayoría del grupo que se dirige a Tijuana, el plan de Ayala es ir a Piedras Negras y cruzar en Eagle Pass para finalmente llegar a Waco Texas.
Algunos de los migrantes lo apoyan, pero otros están molestos que se haya unido a ellos porque temen que les de mala fama.
“Mucha gente dice que somos puercos, otros dicen que somos ladrones y todo pero no, se equivocan, solo lo hacemos para prosperar”, dijo Antonio Landaverde González, originario de Honduras.
Aunque sabe que Trump no lo recibirá con los brazos abiertos, sus sueños son más fuertes que la realidad. Y solo tiene una petición al gobierno de EEUU: “que me den una oportunidad allá para estar con mis hijos”.