Un hombre de Palmdale quedó sorprendido y confuso cuando se dio cuenta de que, después de más de 30 años en su jardín, una planta había desarrollado de repente un tallo grande.
Miguel Cuevas, un aficionado a la jardinería, no tardó en consultar la Internet para investigar el misterioso fenómeno y descubrió que estaba viendo una rara floración de Agave americana, conocida en inglés como la "planta del siglo" o agave amarillo, la cual estaba creciendo afuera de su propia casa.
El agave amarillo, conocido por su apariencia espinosa y su ciclo de floración único, procede de los paisajes desérticos de México y Tejas, ideal para el clima seco y caluroso del sur de California. A pesar de su nombre, la planta no florece cada 100 años. Al contrario, la "planta del siglo" florece más bien cada 10 a 30 años en climas desérticos.
"La plantamos a principios de los años 90, cuando nos mudamos a la casa", recuerda Cuevas. Su familia no conocía las extraordinarias características de la planta cuando compraron varios agaves amarillos en un vivero local por su característico color azul verdoso, explica.
Más de 30 años después, un día notó que de la planta salía un tallo inusual.
"Pasan los días y esta cosa empieza a dispararse hacia el cielo", cuenta Cuevas, sorprendido por la altura de 30 pies que alcanzó la planta durante su floración. "Nuestros vecinos nos preguntaron si habíamos plantado un árbol nuevo porque estaba tan alto que lo podían ver desde su casa".
Sólo dos o tres meses después, su planta del siglo empezó a florecer, y comenzaron a salir ramas llenas de cápsulas de un color verde vibrante. Colibríes y abejas se sintieron atraídos por la alta estructura florecida.
"Cuando alcanza su altura, forma ramas y se parece casi a un árbol", explica Allison Keeney, subdirectora del Jardín Botánico Mildred E. Mathias de la UCLA.
Local
El proceso de floración es esencial para su reproducción, las cápsulas contienen semillas que terminan cayendo y propagan el Agave americana por otros lugares.
Aunque el ciclo de floración significa el fin de la larga vida de la planta individual, Keeney explica que el agave amarillo asegura su futuro con la formación de "crías", descendientes de la planta que surgen de su base y garantizan el crecimiento y la existencia continuada de la especie.
Cuevas observó la generación de estos capullos, a las que él llama "cactus bebés", indicando la futura floración de otras "plantas del siglo" en su jardín.
"Ahora sólo espero que salga otro tallo", dice Cuevas, ansioso y esperanzado por volver a experimentar este raro proceso natural.