Regresar a una patria que muchos no habían visto desde que eran niños parecía una aventura increíble, pero para algunos beneficiarios de Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA), abrió viejas heridas de incertidumbre y miedo.
“Estamos en una especie de limbo porque en realidad no somos de aquí (México). Realmente no podemos pensar en construir nuestras vidas aquí porque significa dejar muchas cosas en casa (Estados Unidos)”, dijo Eric Bautista, un maestro de escuela de Riverside.
Bautista salió de México cuando tenía 7 años. Veintiún años después, este verano formó parte de un programa educativo diseñado por el Centro de Estudios California-México. El programa utiliza el beneficio de “advance parole” de DACA para permitir viajar de regreso a un país de origen con fines humanitarios, educativos o laborales.
“La mayoría de ellos tenían un agujero muy, muy profundo en sus corazones y mentes, anhelando regresar a casa”, dijo Armando Vásquez Ramos, director del programa y profesor de Cal State Long Beach. “Ya superamos los 700 ‘soñadores’ que tienen esta oportunidad. Es una experiencia que cambia la vida”.
“Al venir acá sí escuché a la gente decirme, ‘¿Oh, eres pocha?’ No, soy mexicana. Nací aquí”, dijo Damaris García, quien vivió la mayor parte de su vida en el vecindario Pico Unión de Los Ángeles, pero quien nació en la Ciudad de México. Sus padres emigraron con ella a Estados Unidos hace 27 años.
García ahora es miembro del personal del programa que trae a México a un grupo de entre 15 y 20 beneficiarios de todo Estados Unidos, tres o cuatro veces al año. La idea es no sólo conectar a los destinatarios con su cultura, sino también con su familia.
“Cuando vaya allí, ¿podré pertenecer allí?”, preguntó Manuel Sandoval, exdirector de proyectos de SoCal Gas. Emigró a Estados Unidos desde Jalisco hace 19 años con sus padres.
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“Simplemente me puse a llorar. Fue realmente doloroso en cierto modo, pero estaba muy feliz de estar allí”, dijo Sandoval mientras compartía videos de su reencuentro con su abuela.
“Antes de regresar me fui como un vaso vacío, pero sé que después de vivir todo … soy una persona diferente”, Sandoval dijo. “Siento que pertenezco aquí (en México) y pertenezco allá (en Estados Unidos)”.
Es esa lucha constante de incertidumbre la que se ha reavivado en las mentes de muchos de estos beneficiarios de DACA, quienes durante 11 años han esperado más acciones del Congreso sobre su estatus en Estados Unidos.
DACA estaba destinado a servir sólo como una política temporal, pero el Congreso no ha logrado aprobar protecciones legislativas permanentes.
Y ahora los tribunales han congelado DACA con 580,310 participantes activos. La gran mayoría – 469,070 – provienen de México, y la mayor proporción de destinatarios (28%) vive en California.
Se estima que más de 1 millón de inmigrantes podrían ser elegibles para el programa si estuviera abierto a nuevos solicitantes.
“Piensas en el tiempo, en la alegría, en la buena suerte de estar aquí, y luego piensas, ¿’qué sigue’?”, dijo Baustisa. “Y cómo me voy a sentir cuando esté en casa con el arrepentimiento de no haber hecho ciertas cosas o el pensamiento triste, tal vez nunca vuelva … el futuro es incierto”.