Natasha Downing se dirigía a un centro de maternidad donde se suponía que tendría a su bebé el 22 de agosto, pero la pequeña tenía otros planes.
Natasha Downing se dirigía a un centro de maternidad donde se suponía que tendría a su bebé el 22 de agosto, pero la pequeña tenía otros planes.
“Sé que el bebé está por venir. Puedo sentir que mi cuerpo comienza a empujarla hacia afuera”, recordó la madre, diciendo que sus contracciones se hicieron más frecuentes y su dolor se volvió demasiado severo cuando salió de la casa con su maleta y un niño pequeño que lloraba al lado.
“Tan pronto como salimos, se me rompe la bolsa y Tommy mira entre mis piernas y dice: ‘La cabeza del bebé está a medio salir’”, describió la madre.
Tom Downing, su esposo, la ayudó a ponerse en cuclillas en el piso de concreto y agarró mantas y toallas mientras llamaba a su partera con urgencia.
“Ella simplemente vino a mis brazos”, recordó el padre en el momento en que llegó la nueva bebé, Lilybella.
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Pero los padres tuvieron un momento de pánico cuando salió la niña.
“No sabíamos que la mayoría de los bebés nacen azules y que tardan un minuto en llorar”, dijo Natasha Downing.
Después de frotar la espalda de la bebé durante aproximadamente un minuto, finalmente lloró. Y también lo hizo el padre.
“Fue lo más hermoso”, recordó.
Cuando llegó la partera y pesó a la bebé, la familia se enteró de que la pequeña pesaba 10 libras.
En medio del caos inesperado, la madre mantuvo la calma, dijo Tom Downing.
“Ella sabía exactamente lo que estaba pasando. Sabía exactamente qué hacer con su cuerpo”, dijo el esposo y padre. “Dar a luz a tu propio hijo y ver esa energía inundarla, eso fue tan poderoso. Nunca la volveré a mirar de la misma manera. Fue increíble”.
