La pandemia del COVID-19 dejó marcas en la familia de Patricia Lopez que serán difíciles de borrar.
En menos de un mes, su familia se deshizo a causa del coronavirus.
López compartía su vivienda con sus padres, sus dos hijos y su hermano. Todos se contagiaron del COVID-19.
Su hermano fue el primero en contagiarse, a mediados de diciembre de 2020. Su madre cayó enferma 12 días después, la víspera de Navidad.
“Me dijo mi mamá después, en la noche del mero 24, ‘Paty, hoy me siento muy mal, ahora quiero que me lleves al hospital’”, cuenta Lopez, sin poder contener el llanto. “Jamás pensé que llevaría a mi madre para que se quedara en ese lugar”.
Pero la pesadilla no culminó allí, ya que su padre también tuvo que ser hospitalizado con los síntomas.
“Yo ya estaba desesperada”, recuerda Lopez.
Reportajes especiales
Un hogar compartido
En los Estados Unidos, los latinos y afroamericanos, tienen más probabilidades que los anglosajones de vivir en hogares multi-generacionales.
“Es común que las familias latinas vivan juntas, pues somos apegados mucho a la familia y también porque hay beneficios de compartir los gastos de vivienda”, dice la Dra. Melissa Chinchilla, investigadora de Altamed UCLA LPPI.
El desempleo, causado por la pandemia, obligó a que muchos se mudaran con familiares o amigos, incrementando así el peligro de la propagación del virus dentro de los hogares.
“Los problemas pueden surgir cuando una vivienda está sobrepoblada. Una persona podría haberse infectado, trajo la infección al hogar y no tuvo capacidad para aislarse”.
Lopez considera que, vivir todos juntos en la misma vivienda era un arma de doble filo. Sin embargo, tenían que hacerlo para salir adelante.
“La vivienda asequible y la capacidad de las viviendas para acomodar a familias multigeneracionales, son cuestiones que requieren inversión a largo plazo”, destaca la Dra. Chinchilla.
“En el condado de Los Ángeles, más de medio millón de inquilinos de bajos recursos no tienen acceso a una vivienda económica”.
Aunque la vida le dio otra oportunidad al padre y hermano de Patricia López, el destino le arrebató un amor que jamás podrá reemplazar.
“Yo les decía, déjenme verla. Yo fui al hospital y no me dejaron entrar”, recuerda Lopez. “Cuando llegué, pude ver su rostro, que tenía dolor. [Pero], mi mama falleció”.