Lo que inicialmente parecía un avistamiento marino ordinario pronto se convirtió en un encuentro extraordinario.
Andrea Mills, coordinadora de educación de "Island Packers" en Ventura, recordó el momento que dejó sorprendidos tanto a turistas como a entusiastas de la vida silvestre.
"Llevábamos gente a la isla Santa Cruz", relató Mills desde uno de los barcos de la empresa. "Era un océano bonito y plano. En ese momento pudimos ver aletas en la superficie".
Mills y su equipo se dieron cuenta de que estaban observando algo muy inusual: enormes tiburones peregrinos.
"Estos probablemente estaban en el rango de 25 pies. El segundo tiburón más grande del planeta", exclamó Mills, mientras ella y sus colegas se apresuraban a capturar el momento a través de fotografías.
"Son tan hermosos. Parecen prehistóricos", añadió Mills, enfatizando la naturaleza impresionante de las criaturas.
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Para ofrecer una perspectiva del gran tamaño de estos tiburones peregrinos, el camarógrafo de vida silvestre Adam Ernster capturó imágenes de video con su dron. Las imágenes de Ernster pone en contexto el taamño de los tiburones con un barco cercano, revelando su inmensa escala.
Mills tranquilizó a las personas disipando los temores de agresión. "No son 'devoradores de hombres', de ninguna manera. De hecho, la mayoría de los tiburones no son depredadores de hombres".
A diferencia de sus parientes más notorios, como los tiburones blancos, los tiburones peregrinos exhiben una naturaleza más pasiva, alimentándose principalmente de plancton con sus enormes bocas. Los adultos de la especie pueden crecer hasta 45 pies de largo y pesar la asombrosa cifra de 10,000 libras.
"Verlos vivir y prosperar aquí, alimentándose de plancton, fue bastante especial", comentó Mills, reflexionando sobre la importancia del encuentro.
Sin embargo, el avistamiento también subraya el precario estado de los tiburones peregrinos, que están catalogados como especies en peligro de extinción a nivel internacional. Sus hábitos de alimentación cerca de la superficie del agua a menudo los ponen en riesgo de caer en redes de pesca o de chocar con las hélices de los barcos.
Mills recordó una época en la que los avistamientos de tiburones peregrinos eran más comunes en los años 70 y 80, en contraste con la rareza de tales encuentros en la actualidad.
Ser testigo de un par de estas majestuosas criaturas en estas circunstancias fue de hecho un placer poco común, lo que resalta la importancia de los esfuerzos de conservación para proteger a estos gigantes vulnerables en nuestros océanos.