GUADALAJARA, México - El fuego consumió la patrulla frente al Palacio de Gobierno de Jalisco mientras los manifestantes gritaban sus consignas y destruían las instalaciones.
Sin que nadie los detuviera, las decenas de inconformes hicieron pintas en las paredes, destruyeron los vidrios y golpearon la puerta de acceso hasta que lograron abrirla.
Una vez en el interior causaron destrozos en las oficinas, se armaron con tubos, palos y fierros y volvieron a salir para seguir protestando.
Ahí ya fueron interceptados por las autoridades. Les rociaron agua y gas lacrimógeno para tratar de contenerlos, pero ellos respondieron con bombas caseras.
Luego vinieron los enfrentamientos con violencia; los policías los encapsularon y capturaron a algunos.
Originalmnete la marcha fue convocada para protestar por la muerte de un hombre de 30 años.
A principios de mayo, Giovanni López fue detenido por policias de Ixtlahuacán de los Membrillos, a unos 40 kilómetros (24 millas) de Guadalajara. Su hermano Christian aseguró que se lo llevaron porque no traía cubrebocas.
"No lo puede detener porque no está haciendo nada”.
Pero horas después su familia lo encontró en la morgue.
Según la necropsia, el detenido había sido golpeado y murió a consecuencia de un fuerte impacto en la cabeza, pero además tenía un balazo en un pie.
Hasta ahora que se dio a conocer el caso, las autoridades estatales reconocieron el exceso que cometieron los policías y prometieron investigar a los responsables.
"Siempre estuvo bajo la custodia de la policía municipal", afirmó el martes el fiscal de Jalisco, Gerardo Octavio Solís.
Luego de casi dos horas, la violencia en el centro de Guadalajara se controló y solo quedó en el aire la exigencia de justicia.
