BUENOS AIRES — Acorralado por el creciente descontento social y la tensión interna en la coalición gobernante, el presidente argentino Alberto Fernández enfrenta el domingo unas elecciones legislativas en las que el oficialismo perdería el control del Congreso, condicionando así la segunda mitad de su mandato.
A dos años de asumir el poder el mandatario peronista someterá a examen su gestión marcada por la pandemia, que puso sal en las heridas de una economía convaleciente desde hace más de una década y que se desplomó 10% en 2020.
La pobreza afecta a más del 40% de unos 45 millones de habitantes -entre los niños supera el 50%-; el desempleo roza el 10% y la inflación le gana por varios cuerpos la carrera a los salarios.
EL OFICIALISMO PERDERÍA EL CONTROL DEL CONGRESO
El propio Fernández reconoció días atrás que muchas personas se han sentido desbordadas y “sobre exigidas por la pandemia” y que la incipiente recuperación económica registrada en los últimos meses “no ha llegado a todos y hay gente que todavía no siente esa mejora”, lo que ha hecho que el ánimo esté “alterado”.
El apoyo al gobierno también ha mermado por la sucesión de casos de inseguridad cada vez más violentos y escándalos que salpicaron a la gestión presidencial, como el funcionamiento de un esquema discrecional de vacunación contra el COVID-19 para funcionarios y allegados al poder y la violación por parte del presidente y allegados de las restricciones sanitarias.
Los comicios, en los que se renovará un tercio del Senado y la mitad de la Cámara de Diputados, se celebran además en medio de las desavenencias del presidente con la vicepresidenta y exmandataria Cristina Fernández de Kirchner (2007-2015), exponentes de un ala más moderada y otra más izquierdista del peronismo, respectivamente.
Los analistas prevén que el domingo se repetirá o incluso profundizará la derrota que el oficialismo sufrió ante la alianza opositora de centroderecha Juntos por el Cambio en las primarias abiertas y obligatorias de septiembre que consagraron a los candidatos para las legislativas del domingo.
La consultora Jorge Giacobbe & Asociados vaticinó en un informe al que tuvo acceso The Associated Press que “el sopapo (cachetazo) será gigantesco, no importa cuáles fueran los números finitos finales”, ya que el oficialismo se ubicaría alrededor de 13 puntos por debajo del 48% que cosechó a nivel nacional en los comicios presidenciales de 2019.
Rosendo Fraga, de la consultora Nueva Mayoría, indicó que “sería la cuarta vez consecutiva que el kirchnerismo pierde una elección de medio mandato”.
Según Fraga, “habrá un Congreso dividido, con un Senado en el cual el oficialismo quedará debilitado” al no contar con quórum propio para sesionar y “con una suerte de empate de fuerzas en diputados”, donde el oficialismo dejaría de ser la primera minoría y “los dos espacios principales tendrán dificultades para negociar mayorías circunstanciales”.
En la provincia de Buenos Aires, la de mayor peso electoral, el oficialismo apuesta a remontar la derrota sufrida en las primarias a partir de una mayor concurrencia de votantes que en septiembre.
En Argentina el voto es obligatorio, pero en las primarias hubo más abstención que en citas electorales previas, lo cual se atribuyó a la pandemia y al malestar de muchos ciudadanos con la clase dirigente.
El mandatario ha exhortado a los argentinos a que le vuelvan a mostrarle su confianza y advertido que el apoyo a la alianza opositora representaría una vuelta a los problemas de empleo que dejó su antecesor Mauricio Macri (2015-2019) -uno de los referentes de la oposición- y “entregarse” al Fondo Monetario Internacional, con el que el gobierno intenta refinanciar una deuda de unos $44,000 millones tomada por el gobierno anterior.
Mariel Fornoni, directora de la consultora Management & Fit, dijo que pese a los esfuerzos oficiales por recobrar votos, la aprobación al gobierno “viene en picada”, lo que le supondrá una pérdida de varios puntos de apoyo electoral respecto de las primarias. “La oposición sacaría más de 39% de votos a nivel nacional y el oficialismo 26%”, señaló.
Fornoni atribuyó el previsible traspié al malestar de los argentinos con el manejo de los problemas económicos como la suba de precios, que ocupa el primer lugar entre las preocupaciones.
La inflación de septiembre fue de 3.5% respecto del mes anterior, mientras que comparada con el mismo mes del año pasado trepó a 52.5%, según los últimos datos oficiales. En tanto, en los primeros nueve meses del año el alza de precios acumulada es de 37%. Estos índices sitúan a Argentina como el segundo país de la región con mayor aumento del costo de vida después de Venezuela.
Los analistas coinciden en que las deterioradas relaciones del presidente y la vicepresidenta debilitan a la coalición peronista. Esas fricciones quedaron claramente expuestas luego de la derrota en las primarias, de las que Fernández de Kirchner hizo responsable al mandatario en una carta pública.
“Alberto y Cristina demostraron que no manejan muy bien las emociones. En las primarias fue más fuerte lo que pasó después, que amplificó la derrota. El voto es expectativa sobre la capacidad de gestión y poco se puede confiar si ellos están desunidos”, sostuvo Fornoni.
El foco de la elección también estará puesto en el desempeño de los candidatos sin experiencia previa en la política que se autoproclaman progresistas y captaron la atención de un sector desengañado con un discurso contra la dirigencia tradicional y el Estado. Un caso es Javier Milei, postulante a diputado en la capital por Libertad Avanza.