QUITO — Ecuador se apresta a elegir este domingo a su futuro gobernante entre dos opciones completamente opuestas en lo político y en lo económico: de un lado Andrés Arauz, un joven izquierdista que anticipó que se distanciará de los organismos internacionales de crédito, y por otro, el exbanquero de derecha Guillermo Lasso, quien ha ofrecido políticas económicas liberales.
Arauz llegó al balotaje con un 32% de la votación en la primera ronda electoral del 7 de febrero, casi 13 puntos por arriba de su más inmediato rival, Lasso, que por menos de medio punto porcentual se acreditó el segundo lugar frente al candidato de los indígenas Yaku Pérez, quien insistió en denunciar fraude, aunque sin aportar pruebas determinantes.
El candidato izquierdista ha dicho que no mantendrá el plan de liquidez que mantiene Ecuador con el Fondo Monetario Internacional y que buscará mecanismos legales para obligar a repatriar depósitos de ecuatorianos en el exterior.
Añadio que evitará que salgan los dólares del país e incluso que utilizará el encaje bancario, dinero privado de los bancos que están obligados a depositar en el Banco Central, para cumplir sus ofertas de campaña.
Lasso ha ofrecido la creación de empleos flexibilizando los mecanismos de contratación y mayor presencia de la banca internacional, para lo cual espera cambiar leyes para hacer más atractivo al mercado financiero.
Además promete generar riqueza a partir de los recursos petroleros, mineros y energéticos y la participación del sector privado para reemplazar el financiamiento estatal.
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La analista política Grace Jaramillo, de la universidad British Columbia, en Vancouver, destacó a The Associated Press que en cuanto a relaciones internacionales, Lasso tiene “un esquema más amplio y ha expresado su voluntad de hablar con bloques económicos, organismos internacionales y multilaterales mientras que de Arauz me preocupa su plan, que no tiene una palabra de comercio exterior y se concentra únicamente en integración Latinoamericana, cambio de modelo y transformación hasta de Naciones Unidas. Eso es preocupante”.
Arauz es delfín del prófugo expresidente izquierdista Rafael Correa (2007-2017), sentenciado a prisión por delitos de corrupción que él ha negado aduciendo persecución política, mientras que Lasso busca por tercera vez consecutiva la presidencia, que en elecciones anteriores perdió contra Correa y con el actual presidente Lenín Moreno, quien también fue delfín del exmandatario, pero que del que se distanció poco después de llegar al poder.
Santiago Basabe, analista y catedrático de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, dijo a The Associated Press que “efectivamente son dos opciones totalmente diferentes en lo político y en lo económico” y argumentó que en caso de que Lasso gane, la relación con Estados Unidos, principal socio comercial de Ecuador “se mantendría con mayor cooperación y cercanía, pero habrá distancia respecto a China, Rusia, mayor tolerancia a la oposición y opinión en el país”.
Acerca de Arauz opinó que “el país girará hacia los países cuya relación priorizaba Correa, como Medio Oriente, China, Rusia ... posiblemente volverá a tomar fuerza la Unión de Naciones Suramericanas, que está en proceso de disolución, mientras que en plano nacional no estoy seguro que volverán a la posición de intolerancia del correísmo. Tengo la impresión de que no será tan intenso como en la época de Correa”.
En la recta final de los comicios, ambos candidatos multiplican visitas a poblaciones de ciudades grandes y pequeñas tratando de convencer a casi un 29% de electores que hasta la semana pasada se mantenían indecisos y que podrían definir al nuevo gobernante.
Los ecuatorianos tendrán que asistir a las urnas el domingo 11 de abril respetando rigurosas medidas sanitarias como el uso de mascarilla, alcohol, gel desinfectante y un distanciamiento social de seis pies.
Las elecciones ocurren en medio de un sostenido repunte de casos de coronavirus que mantiene colapsado al sistema hospitalario de ocho provincias donde rigen medidas como la restricción de circulación vehicular, prohibición de toda clase de reuniones y espectáculos públicos, entre otras.
Casi 13.1 millones de ecuatorianos han sido convocados para votar en las elecciones del domingo, cuando saldrá el nuevo mandatario que reemplazará en el cargo a Moreno, por un periodo de cuatro años.