Aunque gran parte del cerebro sigue siendo un misterio, los científicos han conjeturado durante mucho tiempo que nuestros pensamientos, sentimientos y comportamiento son el resultado de miles de millones de neuronas interconectadas que se transmiten señales entre sí, lo que permite la comunicación entre regiones del cerebro.
Pero un estudio publicado el miércoles en la revista Nature desafía esa idea y sugiere que la forma del cerebro (su tamaño, curvas y surcos) puede ejercer una mayor influencia en cómo pensamos, sentimos y nos comportamos que las conexiones y señales entre las neuronas.
Un equipo de investigación en Australia llegó a esa conclusión después de tomar resonancias magnéticas de los cerebros de 255 personas mientras los participantes realizaban tareas como tocar con los dedos o recordar una secuencia de imágenes. A partir de ahí, el equipo examinó 10,000 mapas diferentes de la actividad cerebral de las personas, recopilados a partir de más de 1,000 experimentos en todo el mundo, para evaluar más a fondo el papel de la forma del cerebro.
Luego, crearon un modelo de computadora que simulaba la forma en que el tamaño y la forma del cerebro afectan las ondas de actividad eléctrica, más conocidas como ondas cerebrales. Compararon ese modelo con un modelo informático preexistente de actividad cerebral que se alinea estrechamente con la comprensión de la conectividad neuronal como impulsor de la función cerebral.
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