SAO PAULO — El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, fue dado de alta y salió de un hospital en Sao Paulo el miércoles por la mañana.
Bolsonaro, quien pasó dos días internado debido a una obstrucción intestinal que le obligó a interrumpir sus vacaciones, habló con tono bromista.
El martes, el equipo médico que lo acompañaba descartó la necesidad de que fuera sometido a una cirugía.
BOLSONARO HABLÓ CON TONO BROMISTA AL SALIR DEL HOSPITAL
Bolsonaro, de 66 años, ya se ha sometido a cuatro cirugías derivadas de un apuñalamiento en el abdomen que sufrió durante un evento de campaña en 2018.
En ese momento, fue operado por el médico Antonio Luiz Macedo, el mismo que lo atiende desde entonces.
“Instruimos a los pacientes a masticar bien y evitar algunos alimentos. Esperamos mantener al presidente así durante los próximos 20 o 30 años”, dijo Macedo a los periodistas en el vestíbulo del hospital antes de la salida de Bolsonaro, quien se dirigió al aeropuerto.
También recomendó al presidente evitar actividad física intensiva esta semana.
Bolsonaro bromeó sobre la dificultad de las restricciones.
“Trataré de seguirlas, pero la vida continúa”, afirmó. “Toda mi vida fui atleta, en las fuerzas armadas, paracaidista, buceador. Es difícil quedarse quieto”.
Desde el atentado que sufrió cuando estaba en plena campaña para las elecciones presidenciales de octubre de 2018, Bolsonaro ya fue sometido a cuatro cirugías recurrentes de las heridas que sufrió en el ataque.
En septiembre de 2020, además, el mandatario fue sometido a una quinta cirugía en Sao Paulo, pero para la extracción de un cálculo renal, y ese mismo año se sometió a una vasectomía.
Bolsonaro fue acuchillado mientras era llevado a hombros por una multitud en un mitin electoral celebrado en la localidad de Juiz de Fora, en el estado de Minas Gerais.
El agresor fue detenido inmediatamente después del ataque, pero fue declarado inimputable, pues el juez consideró que no estaba en capacidad de responder por sus actos debido a sus problemas mentales.
En julio de 2020, el líder ultraderechista, uno de los gobernantes más escépticos sobre la gravedad del nuevo coronavirus, dio positivo de COVID-19 y estuvo veinte días aislado en el Palacio de la Alvorada, su residencia oficial en Brasilia, hasta superar la enfermedad.